domingo, 18 de noviembre de 2012

فلسطين


Y otra noche más que los niños en Gaza no pueden dormir.
Otra noche más de mujeres llorando desesperadas mientras abrazan el cadáver de su hijo de tres años.
Otra noche más de hombres angustiados que no saben si amanecerá mañana. Otra noche de ruidos, silbidos, explosiones y lamentos. Otra noche más en la franja de Gaza.

Te dirán: Hamas lanza misiles, pero el “kill rate” de sus misiles es de un 0,217% frente al 100% de la efectividad de los misiles israelíes. Te dirán: Hamas se esconde entre civiles, pero Gaza es tan grande como la isla de la Gomera y tiene 1,6 millones de habitantes. Esta noche han bombardeado 250 objetivos. ¿Dónde se pueden esconder?

Mientras tanto, el Nobel de la Paz Barack Obama, apoyando a Netanyahu y reiterando que Israel (su socio predilecto comercial y fiel sirviente en la geopolítica estratégica) tiene “derecho a defenderse”. Uno se pregunta, ¿a defenderse de qué? De piedras, de misiles que explotan antes de ser lanzados. Es curioso que los que tengan el derecho a defenderse sólo sean los que tienen más armas.

Ayer fue Auschwitz. Hoy es Gaza. El imperialismo de la UE, EEUU, Israel es el imperialismo nazi en el siglo XXI. Apartheid, genocidio y un gobierno criminal, apoyado por las grandes oligarquías financieras. Una invasión, sólo que en vez de contra Rusia, contra Palestina. Pero el pueblo palestino sabe que tiene la legitimidad, y, aunque no tenga las armas, tiene la razón histórica. La Historia absolverá al pueblo palestino, y los medios de comunicación occidentales poco podrán hacer por salvar al imperio genocida. Da igual que callen como perros cuando Israel bombardea un hotel lleno de periodistas internacionales, da igual que se comporten como en el caso Couso. La Historia siempre acaba dando la razón. El saltamontes siempre acaba derribando al elefante, no importa cuánto tiempo pase.

De nada sirve que la ONU intente frenar el genocidio, ni que afirme sin sonrojarse que desea llevar la paz a Oriente Medio, si asesinan por envenenamiento a los líderes políticos palestinos como Arafat. El derecho a veto de EEUU siempre será la última palabra. Y es lo que querría Israel para Palestina: un derecho a veto, un derecho para la eliminación. Pero lo que ocurre, es que el pueblo palestino no marcha asustado hacia la cámara de gas. El pueblo palestino enseña los dientes, y defiende sus tierras con lo que tiene a mano.

Porque nada sirve una paz sin justicia, no sirve ser expulsado de sus tierras. Porque no es una guerra de religiones como se afirma, el judaísmo contra el islamismo. Aunque lo pinten así, el sionismo es fundamentalmente racista y contrario a los valores humanistas judaicos. Como dijo Shahak, judío superviviente del genocidio nazi: “los nazis me atemorizaron de ser judío, los sionistas me hicieron avergonzar de ser judío”.

Y esta noche, volverá a ser en velo. Y no todos los que se acuesten hoy despertarán mañana. Y el niño está envuelto en terror. Crece con cadáveres, dolor y sangre. Y empieza a brotar un sentimiento en él que se ha vuelto más poderoso que el horror: la rabia. Quizás, no sepa que una piedra puede derribar un gigante, como hizo David con Goliat, pero lo sabrá muy pronto. Lo sabrá cuando rompa las páginas de su libro de la escuela para esconder dentro el cargador de un kalashnikof. Lo sabrá cuando su mirada de miedo se transforme en pura mirada de odio al cruzar un puesto de vigilancia del ejército israelí. Los gritos y lamentos en la Franja de Gaza llenan la noche cuando el cielo se ilumina de naranja por las bombas. Pero, cada vez más, esos lamentos desgarrados se están convirtiendo en el eterno rechinar de unos dientes. En Palestina no hay lugar para el síndrome de Estocolmo.

Sólo ayer, 155 personas asesinadas, y más de 570 heridas en la agresión criminal al gueto de Gaza. Palestina va, Palestina vencerá. Intifada. Liberación. Hasta la victoria.

Siempre.