jueves, 7 de febrero de 2013

La batalla de Argel.

Francia, 1959.
Amancece otro día más en la casbah.
Calles estrechas, miradas de odio, niños que no sonríen.
Soldados franceses que patrullan las calles con fusiles de asalto.
Buscando a los terroristas, buscando al FLN.
Pero el pueblo es el FLN.
El FLN es ese niño que llora mientras ven cómo se llevan a su hermano para torturarlo.
Es esa mujer del hiyab que transporta una pistola en su cesta de mimbre.
Es ese intelectual francés que escribe cargado de odio, llamando cómplices a los indiferentes que no condenan la colonización.
El FLN es el pueblo argelino, lleno de odio contra los franceses.
Un odio visceral, que sacude todas sus entrañas.
Todo francés es el enemigo.
Todo francés debe morir.
Matad europeos.

Matad europeos, porque sólo así podéis existir. Matad al que os impide existir. Es la única forma de liberarse ontológicamente. Eliminando aquello que impide la existencia de un sujeto, de un pueblo, de una Nación. Reclamad vuestro espacio fenomenológico.
La única forma de que un argelino pueda afirmarse a sí mismo es matando europeos.
Viendo cómo Frantz Fanon se dirige a los suyos en sus obras.
Viendo cómo Sartre se convierte en enemigo de Francia.
Europa se desintegra sin solución, no hay más que decir. Los europeos sólo podrán retrasar al FLN, pero no podrán frenarlo. Es un diagnóstico, no una recomendación.
Y Pontecorvo que muestra el dolor en cada fotograma.
Muestra miradas de odio, muestra esa violencia liberadora.
La violencia que nadie se explica.
La violencia que mueve la historia, y que es violencia rebotada. El pueblo argelino absorbiendo toda la violencia de la colonización, los genocidios, expolios y saqueos. Y el pueblo argelino siendo elástico, haciendo rebotar toda esa violencia en forma de violencia liberadora, violencia vacía.
Pero en Argelia nadie ríe.
Cacheos, registros, controles en la casba.
Torturas, y silencio. Silencio de los detenidos.
Los lamentos de hombres y mujeres llenando la atmósfera de la noche. Lo han perdido todo, quizás un hijo, su casa, quizás hermanos.
Y el gobierno francés exigiendo al pueblo argelino que entregue a los terroristas.
No lo entienden. Todos son el FLN.
Los europeos no saben lo que ocurre. Ven las imágenes de violencia vacía, los atentados con bombas, los asesinatos de policías, y gritan: salvajes.
Salvajes, asesinos.
Los europeos se tienen que sentar para no marearse, los europeos se ponen blancos (si alguna vez han dejado de ser blancos) como la cera al ver esos atentados.
Haced algo, que actúe el ejército, esto no se puede permitir. Esto clama al cielo...

Clama al cielo. Bonita expresión. Los europeos llamando al cielo, llamando a la razón y al sentido común. Como han hecho toda la historia. Abanderados por la libertad, la igualdad, y la fraternidad, con el espíritu de la Ilustración, pidiendo que alguien detenga esa barbarie. Los europeos gritan: ¡Libertad! ¡Igualdad! ¡Fraternidad! Pero, como dice Sartre, a los colonizados sólo les llega el eco de sus voces (-ertad, -ualdad, -idad...). Los europeos, la cuna de la razón, la vanguardia ilustrada de los DDHH, pidiendo a gritos otra intervención del ejército. Pero no entienden nada.

Esos europeos, que se les llena la boca con los DDHH. Que pregonan: todos somos iguales, aquellos que defienden el pacifismo, siempre debe haber una vía pacífica. Los indiferentes, los que están a verlas venir, los que no se atreven ni a condenar los genocidios imperialistas, ni a defender los frentes nacionales. Dejad en paz a los indígenas, tienen derecho a existir. Pero es incomprensible que actúen así. Si los indígenas quieren demostrar que son hombres, deberían actuar de forma caballerosa.
Pero nadie pregunta al niño que mira cargado de ira a los soldados.
Nadie pregunta al hombre que reza una oración y se inmola en un supermercado.
Ni a la mujer que dispara al policía.

Francia, 1962.
Banderas verdes y blancas que ondean.
El río Sena se ha llenado de cadáveres, y las calles de Argelia están vacías.
Un pueblo sometido, que tiene conciencia de ese sometimiento.
Y otro pueblo que no se explica nada, y sólo ve violencia.
Sería mucho más fácil para los argelinos triunfar con helicópteros y aviones de combate.
Pero sólo tienen cestas, bombas caseras, y cuchillos.
Los europeos somos culpables de todo esto.
Porque somos indiferentes, porque clamamos al cielo.
Pero el mundo gira, y el pueblo argelino es dialéctica pura.
Reclamando su derecho a autodeterminarse, simplemente su derecho a existir.
Con cada atentado, con cada manifestación.
Matad europeos.
Matad europeos.
Y que le jodan a Hannah Arendt. Yo soy el FLN.
Todos somos el FLN.