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Hay trescientos sesenta y cuatro días en los que podrías
tener regalos de no-cumpleaños, y, como sabes, sólo uno para los regalos de
cumpleaños. ¡He aquí gloria para ti!
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No sé qué significa ‘gloria’ para ti – dijo Alicia.
Humpty Dumpty sonrió desdeñosamente: - Por supuesto que no
lo sabes, hasta que yo te lo diga. Significa ‘¡He ahí un bello argumento
contundente para ti!’
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Pero gloria no significa ‘un bello argumento
contundente’ – objetó Alicia.
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Cuando yo uso una palabra – dijo Humpty Dumpty en un
tono más bien despreciativo – significa exactamente lo que yo elijo que
signifique, ni más ni menos.
"Alicia a través del Espejo" - Lewis Carrol
El modelo de lenguaje de John Locke (mentalismo semántico)
tiene una concepción privada del lenguaje: las ideas están presentes en cada
individuo, y este las externaliza mediante el uso de palabras. Tomando pie en
la tradición desde Platón, el pensamiento tiene un mayor peso sobre el lenguaje.
La concepción tradicional de la filosofía del lenguaje es el mentalismo semántico,
las palabras significando ideas, como una especie de signación externa. Pero Locke
introduce la noción de lenguaje privado, y con este, el problema de la
intersubjetividad. Locke parte de un convencionalismo semántico, es decir, no
existe ninguna conexión natural entre palabras e ideas: es el individuo el que,
arbitrariamente, decide el significado de su emisión. Si existieran conexiones
naturales previas, según Locke, sólo existiría un único lenguaje (o una única
lengua, mejor expresado) para todo ser humano. Uniendo el convencionalismo (las
palabras elegidas son las que significan ideas) al internismo mental (las ideas
como objeto del entendimiento que representan más allá de sí mismas) podemos
obtener un modelo privatista del lenguaje.
Un modelo análogo en epistemología (empirismo inglés) lo
podemos hallar en David Hume, quien construyó un sujeto empírico (haz de
percepciones) activo, creativo y libre de unir ideas y representaciones, sin
que exista una regla. Toda representación puede ser unida a cualquier otra, el
sujeto puede “picotear libremente”, y la unión sólo tiene como guía la
costumbre, el hábito individual: al igual que alguien puede unir “cielo” y “azul”,
otro puede unirlo a “negro” porque le guste más la noche. Kant se encargará de
demoler el sujeto empírico por el sujeto trascendental: las uniones de
percepciones no son libres, sino que se encuentran necesariamente constituidas
por reglas, por la estructura trascendental de categorización: la realidad
exterior como pura materialidad sólo puede ser interpretada de una forma
(pre)determinada, por ejemplo, desde el espacio y el tiempo. No se puede sesgar
y unir libremente percepciones, sino que existen unas condiciones de
posibilidad que, en ocasiones permiten la unión, y en ocasiones la hacen
imposible. Wittgenstein será el que lleve a cabo la crítica articulada del
lenguaje privado, cuando afirme que, desde un lenguaje privado, no se puede
formular la definición de un signo, pues no hay criterio normativo de verdad. Estas
reglas trascendentales en Kant son en Wittgenstein reglas sociales, standards
de conducta, que convertirán el significado en el uso.
Pero puede ser interesante unir, desde la filosofía de
Locke, el modelo de lenguaje privado y su liberalismo económico: al tener como
sujeto de estudio al puro individuo (este presupuesto epistemológico le hace
imposible analizar la sociedad si no es en forma atómica, disuelta), Locke ve
necesario recurrir constantemente al pacto (contractualismo), al acuerdo tácito.
Sólo un pacto entre subjetividades es capaz de evitar la disolución nihilista
de todo sentido (que se da en definitiva en la posmodernidad, como vuelta de
todo). Locke apuesta por “acordar” el significado de las palabras, para evitar
así tensión y conflicto. Intenta de alguna manera que su Humpty Dumpty interior
no se descontrole, y sea capaz de establecer unos términos comunes para la
comunicación humana (recordemos que la comunicación humana sólo tiene fines
estratégicos y pragmáticos, que nos permita sobrevivir). Al igual que Locke
afirma que si los significados fueran naturales sólo existiría un lenguaje,
podríamos devolverle la misma moneda: si el significado fuera arbitrario,
existirían siete mil millones de lenguas, una por cada ser humano (nosotras, a
diferencia de Locke, sí consideramos seres humanos a los no-europeos). Locke se
defendería afirmando que no existen siete mil millones de lenguas porque hay un
acuerdo tácito a la hora de dotar de significado a las palabras. Pero, ¿cómo
podría existir un acuerdo si no hay acuerdo para la noción de acuerdo? Es decir,
el problema se da a la hora de exteriorizar las ideas con distintas palabras en
distintos seres humanos, no en acordar una palabra común para distintos seres
humanos. Como afirma Wittgenstein, podemos llamar escarabajo a lo que tenemos
en la caja, pero jamás nos pondremos de acuerdo sobre qué es un escarabajo.
La primera pregunta a la hora de unir la concepción privada
del lenguaje y el liberalismo económico en Locke es clara: si la concepción
privada de lenguaje es completamente incapaz de articular una comunidad de
hablantes, ¿no puede ser que el liberalismo económico sea incapaz de articular
una sociedad? Acertaba Hegel cuando afirmaba que la única unión que podía crear
el capitalismo-liberalismo era el contrato temporal en base al interés
individual. Acertaba Hegel cuando afirmaba que la sociedad civil sólo era el
fuera de sí, la enajenación-alienación, la negación del Estado que este debía
superar y conservar. El modelo de sociedad liberal es incapaz de articular un
espacio político que no sea temporal, es incapaz de explicar la sociedad. Y es
incapaz, porque no atiende a las condiciones de posibilidad de la sociedad, no
atiende a las condiciones materiales en términos marxistas.
Por eso, Hayek, Friedman, Nozick y los que hablan de
libertad económica como forma de construir sociedades son una mezcla entre Humpty
Dumpty y un asalta caminos. Si no se estudian las condiciones materiales en las
que la clase obrera se produce y se reproduce, se puede acabar soltando
absolutas gilipolleces como que el obrero puede sentarse cara a cara con el
empresario y negociar individualmente sus condiciones laborales, se puede
acabar diciendo que si tienes un trabajo de mierda es porque quieres y porque
lo has elegido, que nadie te ha obligado. No existe la pura libertad social, la
autodeterminación, no existen los sujetos creativos que pueden unir ideas
libremente, y no existen los emisores capaces de dar arbitrariamente el
significado a sus palabras.
El lenguaje es una estructura móvil, adaptativa, capaz de
producir efectos (impactos cognitivos) en el pensamiento, el lenguaje
categoriza la realidad y nos la presenta bajo unas condiciones de posibilidad
materiales, ya dadas. Es ingenuo suponer que somos nosotros los que creamos
lenguaje sin trabas ni condicionamiento. Así como el lenguaje es capaz de
determinar (Sapir-Whorf) y condicionar el pensamiento (quizás lo explico mejor aquí http://loadupyourgun.blogspot.com.es/2013/10/apuntes-sobre-lenguaje-y-dominacion.html)
también un cambio en el lenguaje puede hacernos avanzar en las condiciones
subjetivas para la emancipación.
Marx en la economía, Kant en la epistemología y Wittgenstein en la filosofía del lenguaje nos dan la clave para esta emancipación.