miércoles, 2 de noviembre de 2016

0. Introducción [TFM].


El desarrollo de este trabajo consistirá en una articulación del último escrito de Walter Benjamin, las Tesis Sobre el concepto de historia (Geschistsphilosophische Thesen [1], en adelante Thesen) (1940) con su producción teórica anterior, entre la que toma relevancia por méritos propios El origen del “Trauerspiel” alemán (Ursprung des deutschen Trauerspiels [2], en adelante Trauerspiels) (1928) y El libro de los pasajes (Passagen-Werk, en adelante PW) (desde 1927 hasta el final de su vida), destacando en este voluminoso escrito el convoluto “N: Teoría del conocimiento, teoría del progreso” [3]. Para ello se pondrá de relieve la tensión y confrontación explícita con dos posicionamientos teóricos entre sí muy diferenciados: por un lado la historia conceptual que construye Carl Schmitt, y por otro lado el historicismo en torno a la noción de progreso de la socialdemocracia [4]. A través de estas dos oposiciones frontales y con la mediación del mesianismo judío y la epistemología romántica las tesis Sobre el concepto de historia se muestran desde una óptica bastante completa y no unilateral.
               En enero de 1938, en el muelle de San Remo, durante la última tarde que Adorno pasó con Benjamin, este último rechazó la insistente petición de Adorno de exiliarse junto a él a América con la sentencia «en Europa hay posiciones que defender» [5]. En una situación extremadamente precaria en la que la vida de un comunista judío alemán peligraba, en medio de ese «diluvio fascista», expresión con la que justo un año antes Benjamin relataba a Scholem su visión del viejo continente [6], Benjamin se negaba a marcharse de Europa (las salidas de emergencia, respectivamente, hacia América y hacia Palestina estaban libres). En una carta fechada el 17 de abril de 1931 Benjamin cartografiaba su propia posición en Weimar como la de un «náufrago a la deriva sobre los restos del naufragio, mientras trepa hasta la punta del mástil que ya se hunde. Pero le queda la posibilidad de lanzar desde allí una señal para su rescate» [7]. Esta señal extrañamente parecía haber sido recibida por Adorno y Scholem antes de haber sido lanzada, cuando el peligro era manifiesto. En realidad Benjamin sólo decide exiliarse demasiado tarde, cuando esas salidas de emergencia ya se han taponado y está ante una calle de dirección única, la calle que le lleva hacia la muerte en la localidad española fronteriza de Portbou.
               Según el testimonio de Lisa Fitko, una berlinesa que formó parte del pequeño grupo en el que Benjamin pretendía escapar de Francia atravesando los Pirineos, la percepción de Benjamin acerca del riesgo se había hecho más patente durante los días que precedieron a su muerte. La madrugada que ambos se conocieron este reconoció que tenía problemas cardíacos, lo cual unido a la reconocida inexperiencia de Fitko como guía en la región hizo a ella preguntar si realmente Benjamin quería correr el riesgo del exilio. La respuesta fue tajante: «el verdadero riesgo sería no ir» [8]. La propia situación personal de desesperación fue más determinante en el exilio que un cambio en la opinión acerca de las posiciones que defender en Europa. No creemos que Benjamin renunciara a la transformación de la realidad, se rindiera políticamente y emprendiera una huida teórica y reaccionaria hacia el pasado [9], ni que viera en el continente la materialización del Infierno de Dante [10]. Y aunque esto fuera realmente así, aun habiendo perdido toda esperanza, podríamos seguir aplicando aquella enigmática frase que cierra su texto ‘Las afinidades electivas’ de Goethe (Goethes Wahlverwandtschaften) (1924-25): «sólo por mor de los desesperanzados nos ha sido dada la esperanza» [11].
               En las Thesen podemos encontrar la última manifestación conservada del proyecto filosófico benjaminiano, que orbitaba en estos últimos años en torno a dos cuestiones principales: la posibilidad de actualización del pasado, y la suspensión de la noción de progreso histórico. Este fragmentario y críptico texto (o mejor dicho, borrador) fue publicado por vez primera en 1942, en Los Angeles, por Adorno en una entrega especial de la revista del Instituto de investigación social de Frankfurt. Su carácter inacabado (en una carta a Gretel Adorno Benjamin describió el escrito «más como un manojo de hierbas juntado en paseos pensativos» que como un conjunto de tesis [12]) desató ríos de tinta e interpretaciones muy distintas (desde Agamben a Arendt, pasando por Habermas, Bloch o Derrida). La interpretación que consideramos más adecuada y fiel a la intención de Benjamin es la que lleva a cabo Michael Löwy en Walter Benjamin: aviso de incendio [13] aunque esta será completada con otras interpretaciones. De todas formas, se priorizará el desarrollo de conceptos y obras previas de Benjamin (especial pero no únicamente Trauerspiel y PW [14]) más que el desarrollo de bibliografía secundaria, ya que las obras previas nos permitirán disponer de una estructura sólida para intentar desarrollar una interpretación de las Thesen articulada en torno a las dos confrontaciones antes mencionadas (Schmitt y la socialdemocracia). Antes de comenzar la exposición del aparato conceptual de las obras sobre el Trauerspiel y sobre los pasajes de París, es necesario hacer dos aclaraciones importantes: acerca de la relación entre teología y política, y acerca del carácter fragmentario de la filosofía benjaminiana.
               No podemos olvidar que, aunque formalmente y debido al carácter críptico y metafórico de las Thesen, esta sea una obra que es necesario releer con calma, las intenciones políticas de Benjamin son muy nítidas. Toda interpretación que entremezcle el carácter formal y el contenido político para acabar concluyendo que el texto es ambiguo, equívoco y poco claro en sus objetivos y toma de partido, es una interpretación interesada. Estamos mucho más cerca de Bertolt Brecht quien, en sus Arbeitsjournal, afirmaba que «la obrita es clara y evita la confusión (a pesar de todas las metáforas y judaísmos)» [15], que su claridad proviene de la claridad de su posicionamiento político. Con este «a pesar» de resignación, creemos que Brecht acabó entendiendo que en la obra de Benjamin política y teología no son separables, que en su filosofía esa «tinta que empapa el papel secante» [16] no se borra de la hoja, que el «enano jorobado maestro de ajedrez» es necesario para vencer la partida [17] y que el verdadero enemigo de Benjamin no es la teología sino el mito, en particular, el «mito del progreso histórico automático» [18]. De hecho, en Para una crítica de la violencia (Zur Kritik der Gewalt) (1921) creemos que Benjamin no hace sino deslindar campos entre mitología y teología al oponer violencia mítica y violencia divina. Como afirma Eduardo Maura siguiendo al propio Benjamin, «si la violencia mítica instaura o inspira, de alguna manera, una relación jurídica, la divina lo suprime» [19]. En PW [N1, 9], Benjamin opone al impresionismo mítico de Aragon la «constelación del despertar» contra «los dominios del sueño» y afirma: «aquí se trata de disolver la “mitología” en el espacio de la historia» [20]. Es siempre este carácter mítico, que sirve para justificar la dominación presente a través de un tiempo pasado en el que esa dominación se impuso (la violencia originaria legitima así el status quo) y, no lo olvidemos, la resonancia de esta mitología en el discurso del fascismo, el verdadero enemigo contra el que escribe Benjamin.
               La delicada e imprescindible tensión producida al situar el materialismo histórico bajo la protección de una teología libre de mitología, que tanto preocupaba a Scholem [21] y que, a pesar de ser comprendida, no fue aceptada por Brecht, en cambio fue vista con buenos ojos por Adorno. En una reunión de este con Scholem durante el verano de 1938, el teólogo y cabalista expresaba su sorpresa ante la comprensión de Adorno de ese elemento teológico en Benjamin: «yo había esperado encontrarme con un marxista que insistiría en la liquidación de tales ingredientes, en mi opinión los más valiosos de la posición intelectual de mi amigo. En lugar de ello, me encontré con un espíritu que, aun cuando contemplándolos bajo su propia perspectiva dialéctica, manifestaba una actitud totalmente abierta y hasta directamente positiva frente a esos elementos» [22]. Es legítimo afirmar por tanto que los elementos teológicos y las «inyecciones materialistas» [23] son totalmente inseparables, no únicamente en las Thesen sino a lo largo de toda la producción teórica benjaminiana.
               La otra aclaración que es necesario plantear es la del carácter fragmentario que presenta la obra de Benjamin: este no intenta construir un sistema filosófico articulado desde una superficie, cerrado circunferencialmente, sino que la unidad proviene de la mera yuxtaposición. En palabras de Löwy, «toda su reflexión adopta la forma del ensayo o el fragmento, cuando no de la cita pura y simple» [24]. Esto no quiere decir en absoluto que Benjamin rechace la verdad que expresan los sistemas filosóficos, no hay aquí algo así como un movimiento posmodernista de disolución en lo finito que destruya la verdad, sino que busca una forma distinta de hacer brotar esta: «Benjamin está tan lejos de la arrogancia del sistema como de la resignación en lo finito; en lo más íntimo ambas se le antojan lo mismo» [25]. El fragmento, al igual que una mónada leibniziana [26], retiene dentro de sí «algo de aquella fuerza de lo universal que se volatilizaba en el proyecto global [es decir, en el sistema]» [27]. El fragmento en Benjamin tiene como tarea destruir el espejismo de la verdad del sistema, ese campo exteriormente interconectado y encajado en una estructura previa al contenido, para plantear la unidad en un plano previo: en la constelación de ideas, como una estructura inmanente a los elementos que la componen, ideas que, en palabras de Adorno, «cristalizan cada vez en el detalle como en su campo de fuerzas» [28].
Una vez realizadas estas dos aclaraciones previas (especialmente la segunda por la continuidad entre las constelaciones de ideas y el “Prólogo epistemo-crítico” del Trauerspiel), se puede comenzar a desarrollar la problemática y el aparato de conceptos que son utilizados en los libros sobre el drama barroco alemán y sobre los pasajes de acero de París.






[1] Benjamin, W., BOC I/2, Madrid, Abada, 2008, p.303 y ss. La traducción de Brotons Muñoz ha sido comparada con la de Bartoletti y Fava (en Benjamin, W., Estética y política, Buenos Aires, Las cuarenta, 2008, p.135 y ss.) y la de Reyes Mate (en Mate, R., Medianoche en la historia, Madrid, Trotta, 2009).
[2] En Benjamin, W., BOC I/1, Madrid, Abada, 2006, p.217 y ss.
[3] Benjamin, W., Libro de los pasajes, Madrid, Akal, 2005, p.459 y ss. Este convoluto fue considerado como la teoría epistémica que late detrás de las Thesen, siendo estas el «armazón teórico» de un proyecto como el de los pasajes, entendido como historia crítica de la génesis de la Modernidad. En palabras de Benjamin: «las Tesis sobre Filosofía de la Historia se basaron en gran parte en las notas metodológicas que aparecen en el Konvolut N», citado en Buck-Morss, S., Dialéctica de la mirada, Madrid, La balsa de la medusa, 2001, p.66.
[4] Encarnada sobre todo en el SPD heredero de la II Internacional, en Gustav Noske y los Freikorps.
[5] Adorno, Th. W., Miscelánea I, Madrid, Akal, 2010, p.177.
[6] «Ojalá pudieses, Gerhard, hallar una estancia para los recuerdos de tu juventud en este arca que yo he construido cuando el diluvio fascista comenzaba a arreciar», Scholem, G., Walter Benjamin, historia de una amistad, Barcelona, Debolsillo, 2014, p.305.
[7] Ibíd., p.347.
[8] Grabación de una conversación entre Fitko y Scholem tras el contacto con Chimen Abramsky, transcrita en Buck-Morss, S, Dialéctica de la mirada, op. cit., p.362. Como curiosidad, Fitko afirma en esta misma grabación la existencia de un enigmático «portafolios negro terriblemente pesado», que Benjamin calificó en vida como su «nuevo manuscrito» y al que daba una prioridad total: «es el manuscrito el que debe salvarse. Es más importante que yo». Sobre el contenido de este pesado portafolios, perdido y casi seguramente destruido, sólo hay especulaciones.
[9] Huida que sería análoga a la interpretación hegemónica del movimiento romántico a través de Nietzsche, y consistiría en una huida utópica hacia un pasado mítico para evitar el conflicto con el presente. En Benjamin todo desvío por el pasado es para volver de nuevo al presente y hacerlo estallar. Para unas pinceladas hacia una caracterización de estos dos antagónicos “tipos” (refugio en el pasado o desvío por el pasado para transformar el presente) de Romanticismo, véase el capítulo “Poesía, filosofía, política” de Lacoue-Labarthe, Ph., Heidegger, la política del poema, Madrid, Trotta, 2009, p.29 y ss.
[10] Condensado en la inscripción del vestíbulo que se encuentra en el Canto III: «¡Oh, vosotros, los que entráis, abandonad toda esperanza!».
[11] Benjamin, W., BOC I/1, op. cit., p.216.
[12] Citado en Mate, R., Medianoche en la historia, op. cit., p.13 [GS I/3, p.1226-1227].
[13] Löwy, M., Walter Benjamin, aviso de incendio, Buenos Aires, FCE, 2012.
[14] Para este trasvase desde el barroco a Baudelaire una referencia clave, por su orden de exposición, es Eagleton, T., Walter Benjamin o hacia una crítica revolucionaria, Madrid, Cátedra, 2012.
[15] Citado en Buck-Morss, S., Dialéctica de la mirada, op. cit., p.270.
[16] Como escribe Benjamin en su célebre [N 7 a, 7] en Benjamin, W., Libro de los pasajes, op. cit., p.473.
[17] La conocida primera Tesis: Benjamin, W., BOC I/2, op. cit., p.305.
[18] Buck-Morss, S., Dialéctica de la mirada, op. cit., p.96.
[19] Introducción de: Benjamin, W., Crítica de la violencia, Madrid, Diario Público, 2011, p.32-33.
[20] Benjamin, W., El libro de los pasajes, op. cit., p.460.
[21] Este llegó a escribirle en un tono bastante duro: «existe una extrañeza desconcertante y una falta de relación entre tu forma real de pensar y la que tú supones estar siguiendo», carta del 30 de marzo de 1931, en Scholem, G., Walter Benjamin…, op. cit., p.340. Posteriormente Scholem alertaba a su amigo del peligro de su instrumentalización por parte del movimiento comunista: «es de presumir que también se percate[n] de que en ese terreno tu dinamita podría ser más fuerte que la suya». Ibíd., p.342.
[22] Ibíd., p.323.
[23] Expresión utilizada por Adorno en la Introducción a los Schriften de Benjamin, en Adorno, Th. W., Notas sobre literatura, Madrid, Akal, 2013, p.558.
[24] Löwy, M., Walter Benjamin: aviso de incendio, op. cit., p.17.
[25] Adorno, Th. W., Notas sobre literatura, op. cit., p.551. La equiparación entre el sistema de sentido clausurado y el nihilismo de lo finito es absolutamente brillante.
[26] Adorno habla de la «interpolación en lo más pequeño», y afirma que para Benjamin «una célula de la realidad observada pesa en él […] tanto como el resto de todo el mundo», íd. Desde el “Prólogo epistemo-crítico”, mediante la idea de constelación, la referencia a Leibniz estará más que justificada.
[27] Íd. La retención de lo universal en el fragmento, al igual que la identidad entre “arrogancia del sistema” y resignación en lo finito” serán desarrolladas en el siguiente capítulo sobre el barroco a través de Lukács.
[28] Íd.

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