El desarrollo de este trabajo consistirá en una articulación del último
escrito de Walter Benjamin, las Tesis Sobre
el concepto de historia (Geschistsphilosophische
Thesen [1], en
adelante Thesen) (1940) con su producción teórica anterior, entre la que toma
relevancia por méritos propios El origen
del “Trauerspiel” alemán (Ursprung
des deutschen Trauerspiels [2],
en adelante Trauerspiels) (1928) y El libro de los pasajes (Passagen-Werk, en adelante PW)
(desde 1927 hasta el final de su vida), destacando en este voluminoso
escrito el convoluto “N: Teoría del conocimiento, teoría del progreso” [3].
Para ello se pondrá de relieve la tensión y confrontación explícita con dos
posicionamientos teóricos entre sí muy diferenciados: por un lado la historia
conceptual que construye Carl Schmitt, y por otro lado el historicismo en torno
a la noción de progreso de la socialdemocracia [4].
A través de estas dos oposiciones frontales y con la mediación del mesianismo
judío y la epistemología romántica las tesis Sobre el concepto de historia se muestran desde una óptica bastante
completa y no unilateral.
En enero de 1938, en el muelle de
San Remo, durante la última tarde que Adorno pasó con Benjamin, este último
rechazó la insistente petición de Adorno de exiliarse junto a él a América con
la sentencia «en Europa hay posiciones que defender» [5].
En una situación extremadamente precaria en la que la vida de un comunista
judío alemán peligraba, en medio de ese «diluvio fascista», expresión con la
que justo un año antes Benjamin relataba a Scholem su visión del viejo
continente [6],
Benjamin se negaba a marcharse de Europa (las salidas de emergencia,
respectivamente, hacia América y hacia Palestina estaban libres). En una carta
fechada el 17 de abril de 1931 Benjamin cartografiaba su propia posición en
Weimar como la de un «náufrago a la deriva sobre los restos del naufragio,
mientras trepa hasta la punta del mástil que ya se hunde. Pero le queda la
posibilidad de lanzar desde allí una señal para su rescate» [7].
Esta señal extrañamente parecía haber sido recibida por Adorno y Scholem antes
de haber sido lanzada, cuando el peligro era manifiesto. En realidad Benjamin
sólo decide exiliarse demasiado tarde, cuando esas salidas de emergencia ya se
han taponado y está ante una calle de
dirección única, la calle que le lleva hacia la muerte en la localidad española
fronteriza de Portbou.
Según el testimonio de Lisa
Fitko, una berlinesa que formó parte del pequeño grupo en el que Benjamin
pretendía escapar de Francia atravesando los Pirineos, la percepción de
Benjamin acerca del riesgo se había hecho más patente durante los días que
precedieron a su muerte. La madrugada que ambos se conocieron este reconoció
que tenía problemas cardíacos, lo cual unido a la reconocida inexperiencia de
Fitko como guía en la región hizo a ella preguntar si realmente Benjamin quería
correr el riesgo del exilio. La respuesta fue tajante: «el verdadero riesgo
sería no ir» [8]. La
propia situación personal de desesperación fue más determinante en el exilio
que un cambio en la opinión acerca de las posiciones que defender en Europa. No
creemos que Benjamin renunciara a la transformación de la realidad, se rindiera
políticamente y emprendiera una huida teórica y reaccionaria hacia el pasado [9],
ni que viera en el continente la materialización del Infierno de Dante [10].
Y aunque esto fuera realmente así, aun habiendo perdido toda esperanza, podríamos
seguir aplicando aquella enigmática frase que cierra su texto ‘Las afinidades electivas’ de Goethe (Goethes Wahlverwandtschaften) (1924-25):
«sólo por mor de los desesperanzados nos ha sido dada la esperanza» [11].
En las Thesen podemos encontrar la última manifestación conservada del
proyecto filosófico benjaminiano, que orbitaba en estos últimos años en torno a
dos cuestiones principales: la posibilidad de actualización del pasado, y la
suspensión de la noción de progreso histórico. Este fragmentario y críptico
texto (o mejor dicho, borrador) fue publicado por vez primera en 1942, en Los
Angeles, por Adorno en una entrega especial de la revista del Instituto de
investigación social de Frankfurt. Su carácter inacabado (en una carta a Gretel
Adorno Benjamin describió el escrito «más como un manojo de hierbas juntado en
paseos pensativos» que como un conjunto de tesis [12])
desató ríos de tinta e interpretaciones muy distintas (desde Agamben a Arendt,
pasando por Habermas, Bloch o Derrida). La interpretación que consideramos más
adecuada y fiel a la intención de Benjamin es la que lleva a cabo Michael Löwy
en Walter Benjamin: aviso de incendio [13]
aunque esta será completada con otras interpretaciones. De todas formas, se priorizará
el desarrollo de conceptos y obras previas de Benjamin (especial pero no únicamente
Trauerspiel y PW [14])
más que el desarrollo de bibliografía secundaria, ya que las obras previas nos
permitirán disponer de una estructura sólida para intentar desarrollar una
interpretación de las Thesen
articulada en torno a las dos confrontaciones antes mencionadas (Schmitt y la
socialdemocracia). Antes de comenzar la exposición del aparato conceptual de
las obras sobre el Trauerspiel y
sobre los pasajes de París, es necesario hacer dos aclaraciones importantes:
acerca de la relación entre teología y política, y acerca del carácter
fragmentario de la filosofía benjaminiana.
No podemos olvidar que, aunque
formalmente y debido al carácter críptico y metafórico de las Thesen, esta sea una obra que es
necesario releer con calma, las intenciones políticas de Benjamin son muy
nítidas. Toda interpretación que entremezcle el carácter formal y el contenido
político para acabar concluyendo que el texto es ambiguo, equívoco y poco claro
en sus objetivos y toma de partido, es una interpretación interesada. Estamos
mucho más cerca de Bertolt Brecht quien, en sus Arbeitsjournal, afirmaba que «la obrita es clara y evita la
confusión (a pesar de todas las metáforas y judaísmos)» [15],
que su claridad proviene de la claridad de su posicionamiento político. Con
este «a pesar» de resignación, creemos que Brecht acabó entendiendo que en la
obra de Benjamin política y teología no son separables, que en su filosofía esa
«tinta que empapa el papel secante» [16]
no se borra de la hoja, que el «enano jorobado maestro de ajedrez» es necesario
para vencer la partida [17]
y que el verdadero enemigo de Benjamin no es la teología sino el mito, en
particular, el «mito del progreso histórico automático» [18].
De hecho, en Para una crítica de la
violencia (Zur Kritik der Gewalt)
(1921) creemos que Benjamin no hace
sino deslindar campos entre mitología y teología al oponer violencia mítica y
violencia divina. Como afirma Eduardo Maura siguiendo al propio Benjamin, «si
la violencia mítica instaura o inspira, de alguna manera, una relación
jurídica, la divina lo suprime» [19].
En PW [N1, 9], Benjamin opone al
impresionismo mítico de Aragon la «constelación del despertar» contra «los
dominios del sueño» y afirma: «aquí se trata de disolver la “mitología” en el
espacio de la historia» [20].
Es siempre este carácter mítico, que sirve para justificar la dominación
presente a través de un tiempo pasado en el que esa dominación se impuso (la
violencia originaria legitima así el status
quo) y, no lo olvidemos, la resonancia de esta mitología en el discurso del
fascismo, el verdadero enemigo contra el que escribe Benjamin.
La delicada e imprescindible
tensión producida al situar el materialismo histórico bajo la protección de una
teología libre de mitología, que tanto preocupaba a Scholem [21]
y que, a pesar de ser comprendida, no fue aceptada por Brecht, en cambio fue
vista con buenos ojos por Adorno. En una reunión de este con Scholem durante el
verano de 1938, el teólogo y cabalista expresaba su sorpresa ante la
comprensión de Adorno de ese elemento teológico en Benjamin: «yo había esperado
encontrarme con un marxista que insistiría en la liquidación de tales
ingredientes, en mi opinión los más valiosos de la posición intelectual de mi
amigo. En lugar de ello, me encontré con un espíritu que, aun cuando
contemplándolos bajo su propia perspectiva dialéctica, manifestaba una actitud
totalmente abierta y hasta directamente positiva frente a esos elementos» [22].
Es legítimo afirmar por tanto que los elementos teológicos y las «inyecciones
materialistas» [23] son
totalmente inseparables, no únicamente en las Thesen sino a lo largo de toda la producción teórica benjaminiana.
La otra aclaración que es
necesario plantear es la del carácter fragmentario que presenta la obra de
Benjamin: este no intenta construir un sistema filosófico articulado desde una
superficie, cerrado circunferencialmente, sino que la unidad proviene de la
mera yuxtaposición. En palabras de Löwy, «toda su reflexión adopta la forma del
ensayo o el fragmento, cuando no de la cita pura y simple» [24].
Esto no quiere decir en absoluto que Benjamin rechace la verdad que expresan
los sistemas filosóficos, no hay aquí algo así como un movimiento posmodernista
de disolución en lo finito que destruya la verdad, sino que busca una forma
distinta de hacer brotar esta: «Benjamin está tan lejos de la arrogancia del
sistema como de la resignación en lo finito; en lo más íntimo ambas se le
antojan lo mismo» [25].
El fragmento, al igual que una mónada leibniziana [26],
retiene dentro de sí «algo de aquella fuerza de lo universal que se
volatilizaba en el proyecto global [es decir, en el sistema]» [27].
El fragmento en Benjamin tiene como tarea destruir el espejismo de la verdad
del sistema, ese campo exteriormente interconectado y encajado en una
estructura previa al contenido, para plantear la unidad en un plano previo: en
la constelación de ideas, como una estructura inmanente a los elementos que la
componen, ideas que, en palabras de Adorno, «cristalizan cada vez en el detalle
como en su campo de fuerzas» [28].
Una vez realizadas estas dos aclaraciones previas (especialmente la
segunda por la continuidad entre las constelaciones de ideas y el “Prólogo
epistemo-crítico” del Trauerspiel),
se puede comenzar a desarrollar la problemática y el aparato de conceptos que
son utilizados en los libros sobre el drama barroco alemán y sobre los pasajes
de acero de París.
[1]
Benjamin, W., BOC I/2, Madrid, Abada, 2008, p.303 y ss. La traducción de
Brotons Muñoz ha sido comparada con la de Bartoletti y Fava (en Benjamin, W., Estética y política, Buenos Aires, Las
cuarenta, 2008, p.135 y ss.) y la de Reyes Mate (en Mate, R., Medianoche en la historia, Madrid,
Trotta, 2009).
[2]
En Benjamin, W., BOC I/1, Madrid, Abada, 2006, p.217 y ss.
[3]
Benjamin, W., Libro de los pasajes,
Madrid, Akal, 2005, p.459 y ss. Este convoluto fue considerado como la teoría
epistémica que late detrás de las Thesen,
siendo estas el «armazón teórico» de un proyecto como el de los pasajes,
entendido como historia crítica de la génesis de la Modernidad. En palabras de
Benjamin: «las Tesis sobre Filosofía de la Historia se basaron en gran parte en
las notas metodológicas que aparecen en el Konvolut N», citado en Buck-Morss,
S., Dialéctica de la mirada, Madrid,
La balsa de la medusa, 2001, p.66.
[4]
Encarnada sobre todo en el SPD heredero de la II Internacional, en Gustav Noske
y los Freikorps.
[5]
Adorno, Th. W., Miscelánea I, Madrid,
Akal, 2010, p.177.
[6]
«Ojalá pudieses, Gerhard, hallar una estancia para los recuerdos de tu juventud
en este arca que yo he construido cuando el diluvio fascista comenzaba a
arreciar», Scholem, G., Walter Benjamin,
historia de una amistad, Barcelona, Debolsillo, 2014, p.305.
[7]
Ibíd., p.347.
[8]
Grabación de una conversación entre Fitko y Scholem tras el contacto con Chimen
Abramsky, transcrita en Buck-Morss, S, Dialéctica
de la mirada, op. cit., p.362. Como curiosidad, Fitko afirma en esta misma
grabación la existencia de un enigmático «portafolios negro terriblemente
pesado», que Benjamin calificó en vida como su «nuevo manuscrito» y al que daba
una prioridad total: «es el manuscrito el que debe salvarse. Es más importante
que yo». Sobre el contenido de este pesado portafolios, perdido y casi
seguramente destruido, sólo hay especulaciones.
[9]
Huida que sería análoga a la interpretación hegemónica del movimiento romántico
a través de Nietzsche, y consistiría en una huida utópica hacia un pasado
mítico para evitar el conflicto con el presente. En Benjamin todo desvío por el
pasado es para volver de nuevo al presente y hacerlo estallar. Para unas
pinceladas hacia una caracterización de estos dos antagónicos “tipos” (refugio
en el pasado o desvío por el pasado para transformar el presente) de
Romanticismo, véase el capítulo “Poesía, filosofía, política” de
Lacoue-Labarthe, Ph., Heidegger, la
política del poema, Madrid, Trotta, 2009, p.29 y ss.
[10]
Condensado en la inscripción del vestíbulo que se encuentra en el Canto III:
«¡Oh, vosotros, los que entráis, abandonad toda esperanza!».
[11] Benjamin, W., BOC I/1, op. cit.,
p.216.
[12]
Citado en Mate, R., Medianoche en la
historia, op. cit., p.13 [GS I/3, p.1226-1227].
[13]
Löwy, M., Walter Benjamin, aviso de
incendio, Buenos Aires, FCE, 2012.
[14]
Para este trasvase desde el barroco a Baudelaire una referencia clave, por su
orden de exposición, es Eagleton, T., Walter
Benjamin o hacia una crítica revolucionaria, Madrid, Cátedra, 2012.
[15]
Citado en Buck-Morss, S., Dialéctica de
la mirada, op. cit., p.270.
[16]
Como escribe Benjamin en su célebre [N 7 a, 7] en Benjamin, W., Libro de los pasajes, op. cit., p.473.
[17]
La conocida primera Tesis: Benjamin, W., BOC I/2, op. cit., p.305.
[18]
Buck-Morss, S., Dialéctica de la mirada,
op. cit., p.96.
[19]
Introducción de: Benjamin, W., Crítica de
la violencia, Madrid, Diario Público, 2011, p.32-33.
[20]
Benjamin, W., El libro de los pasajes, op.
cit., p.460.
[21]
Este llegó a escribirle en un tono bastante duro: «existe una extrañeza
desconcertante y una falta de relación entre tu forma real de pensar y la que tú supones
estar siguiendo», carta del 30 de marzo de 1931, en Scholem, G., Walter Benjamin…, op. cit., p.340.
Posteriormente Scholem alertaba a su amigo del peligro de su
instrumentalización por parte del movimiento comunista: «es de presumir que
también se percate[n] de que en ese
terreno tu dinamita podría ser más fuerte que la suya». Ibíd., p.342.
[22]
Ibíd., p.323.
[23]
Expresión utilizada por Adorno en la Introducción a los Schriften de Benjamin, en Adorno, Th. W., Notas sobre literatura, Madrid, Akal, 2013, p.558.
[24]
Löwy, M., Walter Benjamin: aviso de
incendio, op. cit., p.17.
[25]
Adorno, Th. W., Notas sobre literatura,
op. cit., p.551. La equiparación entre el sistema de sentido clausurado y el
nihilismo de lo finito es absolutamente brillante.
[26]
Adorno habla de la «interpolación en lo más pequeño», y afirma que para
Benjamin «una célula de la realidad observada pesa en él […] tanto como el
resto de todo el mundo», íd. Desde el “Prólogo epistemo-crítico”, mediante la
idea de constelación, la referencia a Leibniz estará más que justificada.
[27]
Íd. La retención de lo universal en el fragmento, al igual que la identidad
entre “arrogancia del sistema” y resignación en lo finito” serán desarrolladas
en el siguiente capítulo sobre el barroco a través de Lukács.
[28]
Íd.
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